De empresa familiar a referente en el sector.
Nos llevó 25 años y un infarto.
Así de sencillo. Así de duro.
Empezamos como todos: vendiendo en los polígonos, luchando cada pedido, ajustando márgenes.
Las ganas eran más fuertes que los resultados iniciales... pero había algo que nunca nos faltó: la disciplina y adaptación al cambio.
Todo el mundo te habla del éxito, de crecer. Nadie te dice que el camino es cuesta arriba y a veces te atropella.
Lidiar con pedidos, entregas, bancos... y sobre todo, el peso de no fallar.
Fueron noches sin dormir, errores caros y palos que aún duelen. Recuerdo el día del infarto: ahí me di cuenta de que el precio del crecimiento no viene en la factura, viene en la salud.
No te lo enseñan en la escuela. Lo aprendes a base de golpes.
Hoy trabajamos con los principales OEMs del sector de la automoción y el ferrocarril, así como pequeñas empresas, a las que no podemos estar más agradecidos por la oportunidad y la confianza.
Nunca olvides de dónde vienes, ni lo que te ha costado.
¿Cuales fueron tus inicios?







