Recuerdo perfectamente el día que dejamos nuestros trabajos.
Recuerdo perfectamente el día que dejamos nuestros trabajos.
No hubo fuegos artificiales.
Ni discursos épicos.
Solo una sala en silencio y un nudo en el estómago.
No teníamos un plan maestro.
Nadie nos esperaba fuera.
Solo sabíamos que el camino fácil era quedarnos.
El difícil era avanzar sin red.
El primer mes fue un baño de realidad.
El teléfono apenas sonaba
Y la sensanción de un posible fracaso estaba ahí, sentada a nuestro lado.
Pero algo se encendió.
La ilusión de tener nuestro propio proyecto nos sacó del letargo.
Empezamos a movernos más rápido.
A buscar soluciones donde antes solo veíamos problemas.
A soñar despiertos, pero con la calculadora en la mano.
Y las llamdas empezaron a llegar.
Eso es lo que nos mantuvo vivos.
Algunos lo llaman locura.
Otros le dicen pasión.
Yo lo llamo no querer conformarse nunca.
¿Te has atrevido a saltar alguna vez?







